Y decidí enfrentar mis miedos,
con garras y colmillos más letales que nunca
las calles ya parecían pequeñas
las personas ya no estaban a la altura
enfrente mis miedos con todas mis dudas en el costado izquierdo
sabiendo que traerlas conmigo me darían un motivo cada día
para luchar con mayor fuerza
y en ese momento ya nada me detenía
era una fuerza bestial, incontrolable
que me hacía sentir mejor
que nunca
mejor que siempre
era yo contra el mundo
sin rumbo fijo, solo un montón de sueños colgando de mi
pecho.
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